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El eslabón perdido

Bautizada como "Ida", este fósil es 20 veces más antigüo que los conocidos anteriormente. Tiene características muy primitivas, propias de una línea no humana como los lemures, pero también tiene características relacionadas a nuestro linaje, que compartimos con monos y simios. Así lo reveló hoy en Nueva York el paleontólogo Jørn Hurum de la Universidad de Oslo.

El fósil, cuyo nombre científico es "Darwinius masillae", pertenece a una hembra, y nos brinda un completo entendimiento paleo-biológico, más que cualquier otro primate perteneciente al Eoceno. Ida es un ancestro común para humanos, simios, lemures y otras especies relacionadas, y como tal ya se le describe como "el santo Grial" de los fósiles y como patrimonio de la humanidad.

Nosotros evolucionamos hace aproximadamente 200 mil años, pero tenemos ancestros como el australopiteco afarensis y el australopiteco anamensis que ya existían hace tres o cuatro millones de años (o quizás antes).

Se estima que nuestro linaje se separó de los gorilas y chimpancés hace unos seis millones de años, pero nuestros ancestros comunes se remontan mucho más atrás en el tiempo, emparentándonos, en el Eoceno, con los antepasados de los monos del Nuevo Mundo. Ida es de esa época.

Durante dos años, Hurum y su equipo han analizado el fósil, que aparentemente fue descubierto en 1983 por un coleccionista privado quien lo dividió en varias partes. Una parte fue comprada por un museo de Wyoming y la otra por el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo.

Originalmente Ida fue hallada en la región de Messel, Alemania, en un cráter de un kilómetro y medio de diámetro, rico en aceites naturales que favorecen la preservación de los fósiles, que en esa área generalmente provienen del Eoceno.

Los pulgares oponibles y la forma de los de dedos de las manos y los pies confirman que Ida es un primate, pero una característica de los huesos de los pies la relaciona directamente con nosotros.

El fósil también muestra la última cena de Ida: frutas y hojas; mientras que la forma de sus ojos, hacia adelante, como los nuestros, le permitía visión tridimensional y, en consecuencia, tanía capacidad de juzgar las distancias. Hurum cree que Ida era un animal nocturno, que medía un metro de largo aproximadamente, incluyendo su larga cola.

Aunque el debate por el "eslabón perdido" se terminó hace décadas en la paleontología, ya que no solo se halló uno, sino varios, sin duda Ida tiene un lugar preponderante en la historia de nuestra evolución y bien podría contarse entre los "eslabones perdidos", quizás el más importante hallado hasta ahora.

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